Quiero dedicarte unas palabras sólo con la intención de que sepas cual es mi mirada....
Un día, por pura intuición, decidí abrir una ventana con acceso directo a tu trastero. Fue
todo un acierto (punto para mi) porque desde un primer momento hubo un camino llano que conducía directamente a la risa, al entenderse sin tener que explicar nada, en el que los sentimiento se expresan con una sola mirada, en el que el tiempo deja de tener una secuencia fija y esa certeza de que fuimos gemelos en algún momento de nuestras vidas, pasadas, presentes o futuras (vete tu a saber).
Yo se que te asustan los sentimientos intensos, se que te desconcierta tanta coincidencia. Esa sorpresa te hace ver en mí cualidades que tengo sólo en virtud al reflejo que encuentro en ti.
No soy mas sabia, no tengo poderes, es tan sencillo como que al mirar tu sonrisa sonrío al unísono porque es eso lo que hacen los reflejos. Al mirarme en tus ojos, los míos se achinan igual...
Puede que suene a desgastado eso de “tengo la sensación de que nos conocemos desde siempre” pero es que quizá tenga alguna explicación científica o psicológica porque es exactamente lo que mi pulso me dicta.
Si, fue un gran acierto el día que decidí abrir mi ventana de cara a la tuya, esa que pintaste con una niebla frente a un lago nocturno, con luciérnagas saltando y grillos cantando...
Es curioso como hay encuentros que, a pesar de quererlo, a pesar de poner empeño en ello, no se rompen tan fácilmente. Tienen una naturaleza duradera en si mismos hasta el punto que desafían cualquier principio, cualquier ley o norma que tan esmeradamente hemos forjado y a la que tan sólidamente no creíamos anclados.
Pero no temas, no quiero poner grilletes en tus pies ni en tus manos y mucho menos en tu imaginación. Nada me haría mas feliz que ver como salen alas de tus orejas y tu mente vuela libre.
Debes saber que yo no me fui. Sólo hice lo que hacen los reflejos, di la espalda cuando tú la diste. No puede hacer más.
Te escondes, porque necesitas tener las espaldas resguardadas, necesitas tiempo (no se sabe cuanto ni falta que hace medirlo) para que la nube de tus ojos se desvanezcan y veas que la luna no está empañada, que no es una visión ilusionaria, no es un engaño, no es un truco.
No espero nada, no pido nada, no añoro nada. Todo está en su sitio y lo que no, es que precisamente tiene que estar sin etiqueta.
No quiero que cambies, ni que aceleres tu ritmo (el mío va rápido como un antiguo recurso ante el aburrimiento) no espero que un día vea una luz y te vea como la solución a mis problemas, no espero abrir los ojos y ver mis sueños hechos realidad en ti, no espero que quieras que llene mis vacíos.
Sólo se que me entiendes, porque, a pesar de tu escondite, a pesar de tus pupilas dilatadas por la oscuridad, de cantar bonitas palabras desde la sombra, se que tus ojos ven el espejo, pero que, en la negrura de tu refugio, la luz aún hace daño
Un millón de palabras no pueden hacer que vuelvas. Lo sé, porque lo he intentado. Tampoco un millón de lagrimas. Lo sé porque he llorado hasta no poder más.
Tal vez lo único que duele más que decirte adiós es no haber tenido la ocasión de haberme despedido de ti.
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